El Museo del Ejército es un museo estatal que depende del Ministerio de Defensa, cuyo principal objetivo es promover el conocimiento de la Historia militar española.
Historia
El Museo del Ejército es el resultado de la fusión de diversos Museos Militares creados a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Su núcleo fundacional está constituido por el de Artillería e Ingenieros.
En 1803, a instancias de Godoy, se crea en Madrid el Real Museo Militar, antecedente más remoto del Museo del Ejército actual. Se trata de uno de los museos españoles más antiguos y responde al interés existente en la Europa de la época por la conservación y difusión de los objetos relacionados con la historia militar. En ese momento, sus colecciones respondían a claros presupuestos didácticos, siendo uno de sus principales objetivos el apoyo para la formación de los soldados, proporcionando una enseñanza complementaria a las Academias Militares.
En 1827, se produce la división del Real Museo Militar en dos secciones: el Museo de Artillería y el Museo de Ingenieros, con organización y funcionamiento propios. En el último tercio del siglo XIX, se inicia una etapa de creación de nuevos Museos Militares. Surgen así el Museo de Intendencia (1885), el Museo de Caballería (1889) y el Museo de Infantería (1908), que junto con los ya citados de Artillería e Ingenieros mantendrán una vida independiente.
En 1929, se plantea ya la idea de organizar un nuevo Museo reuniendo todos los Museos Militares existentes, aunque nunca llegó a materializarse. Habrá que esperar a la II República, cuando se crea el Museo Histórico Militar, en 1932, incluyendo secciones para las cuatro Armas y los Cuerpos de Intendencia y Sanidad Militar. Tras la Guerra Civil, el Museo adquiere la estructura y organización que estuvo vigente en la sede del Palacio del Buen Retiro.
Actualmente el Museo del Ejército tiene su sede en el Alcázar de Toledo, lo que ha implicado no sólo un cambio geográfico, sino la reestructuración del concepto expositivo y el planteamiento museográfico, acordes con las tendencias más en boga.
Este palacio se construyó en el año 1690 y durante algo más de cien años, fue residencia de los marqueses del Valle, duques de Monteleón y de Terranova, nietos de Hernán Cortés. En 1802, por orden de Godoy se convirtió en Parque de Artillería.
Cuando comienza su andadura el Real Museo Militar, se designan dos oficiales facultativos para buscar un emplazamiento adecuado y así instalar las colecciones. Se eligió el palacio de Monteleón, por lo que el Museo tuvo que compartir espacio con el ya citado Parque de Artillería. Fue sede del Museo entre los años 1803 y 1816.
El edificio resultó muy dañado durante la Guerra de la Independencia. El 2 y 3 de mayo de 1808, el Parque de Artillería de Monteleón representó un papel fundamental en la sublevación de la ciudad de Madrid contra los franceses. Todo ello provocó la destrucción y deterioro del palacio, junto al saqueo de parte de las colecciones del Real Museo Militar.
En 1816, ante la precaria situación del edificio, se autorizó el traslado del Real Museo a una nueva sede: el palacio de Buenavista, tras descartar otros posibles destinos.
En 1868, dado su estado casi ruinoso, fue derribado con motivo de la puesta en marcha de reformas urbanísticas en la zona. En su solar se abrieron diversas calles y plazas, entre ellas la actual plaza del Dos de Mayo.
El Real Museo Militar fue trasladado a este edificio en el año 1816, ante el deterioro de su anterior sede, el palacio de Monteleón. Aunque el palacio de Buenavista requería importantes obras de acondicionamiento para albergar las colecciones, se lograron instalar las piezas más importantes en la planta baja del edificio principal, dejando los sótanos para los talleres. Tras la división del Real Museo Militar, los dos museos resultantes (Museo de Artillería y Museo de Ingenieros) mantuvieron su sede en el palacio de Buenavista, aunque con accesos y espacios distintos.
En 1841, el regente general Espartero elige el palacio de Buenavista como residencia oficial y, más tarde, se acondiciona como sede del Ministerio de la Guerra. En consecuencia se decide el traslado del Museo de Artillería a una nueva sede, el palacio del Buen Retiro. Por su parte, el Museo de Ingenieros se mantuvo en Buenavista, aunque poco a poco se le fue recortando el espacio disponible, hasta terminar prácticamente embalado.
Con la ampliación de las dependencias destinadas al Ministerio de la Guerra, se traslada definitivamente el Museo de Ingenieros a una nueva sede: el palacio de San Juan, situado muy cerca del palacio del Buen Retiro. En la actualidad el palacio de Buenavista alberga el Cuartel General del Ejército de Tierra.
Pero fue sin duda el Conde Duque de Olivares, valido del rey Felipe IV quien con su empeño y tesón impulsó la construcción en pocos años de un magnífico palacio, que aunque presentaba una envoltura exterior sobria, envolvía un interior rico, barroco y fastuoso. El edificio, símbolo del poder de la monarquía española, formaba parte de un ambicioso proyecto decorativo que afectaba al conjunto de palacios y residencias reales.
El palacio del Buen Retiro fue inaugurado con una gran fiesta en 1633. En el conjunto del palacio se celebraron fiestas, representaciones teatrales o conciertos, como reflejo de la ostentación y riqueza de la monarquía. Poco queda hoy de aquel pasado esplendoroso; tan solo dos estancias de lo que fue el complejo palaciego: El Salón de Baile, conocido hoy como Casón del Buen Retiro; y el edificio que albergó el Museo del Ejército y que acoge el llamado Salón de Reinos o Salón de Cortes.
Destaca el Salón de Reinos por su decoración, en especial el conjunto de obras pictóricas que albergaba: grandes cuadros de batallas, los doce trabajos de Hércules, retratos ecuestres del rey Felipe III y Felipe IV, los de sus respectivas esposas, y el del príncipe Baltasar Carlos, todos ellos pintados por los mejores artistas de la Corte.
Todo este programa iconográfico se realizó para ensalzar la gloria de la monarquía española, presente en cada una de las obras, e incluso en la ornamentación del techo, donde aparecen representados los escudos de los 24 reinos que formaban parte del Imperio Español.
El edificio, con el paso del tiempo, ha sido objeto de diferentes obras de ampliación y mejora, respondiendo al aumento de las colecciones del Museo del Ejército y a la necesidad de mayor espacio expositivo.
Con la llegada de los visigodos, la ciudad de Toledo se convierte en la capital de la monarquía y el Alcázar en residencia regia. Tras la conquista de la ciudad por el rey Alfonso VI (1085), la fortaleza seguirá albergando tras sus muros a muchos de los personajes claves de la Edad Media española: Fernando III el Santo, Alfonso X el Sabio con su escuela de traductores, etc. Evidentemente todos ellos dejarán su impronta en el edificio, unos ampliándolo, otros adecuándolo a las nuevas necesidades.
Pero sin duda alguna el mayor esplendor del Alcázar se da en la época del emperador Carlos I. Ilustres e importantes arquitectos trabajaron en este histórico edificio: Francisco de Villalpando, Juan de Herrera, así como Alonso de Covarrubias, que construyó la fachada norte, y Herrera, que levantó la fachada sur. Es en esta época cuando se construye el equilibrado patio interior con columnas dóricas y corintias.
Aun cuando Felipe II decide trasladar la corte a Madrid, el Alcázar continuó siendo residencia regia, ya que al monarca y a su esposa Isabel de Valois les agradaba alojarse en él. De esta época es la soberbia escalera principal, que nace en el patio interior y que el rey manda construir.
Tras la muerte del último rey de la dinastía de los Austrias, Carlos II, en España se desata la guerra de Sucesión, y una de sus consecuencias será el incendio del Alcázar por parte de las tropas austriacas y portuguesas. Con la llegada de la dinastía de los Borbones al trono de España, Felipe V, intenta restaurar el Alcázar, pero la Hacienda Pública no pudo hacer frente al proyecto. En este estado de ruina permaneció el edificio hasta que en 1773 Carlos III autoriza al cardenal arzobispo de Toledo, Francisco Antonio de Lorenzana, a instalar la fábrica de sedas y telares, cuyas obras de remodelación y adaptación fueron dirigidas por Ventura Rodríguez.
En 1810, durante la Guerra de la Independencia, el Alcázar es nuevamente incendiado durante la retirada de las tropas napoleónicas. Apenas quedaron en pie las fachadas, la arquería y la escalera principal.
Años después, se establece la Academia de Infantería (1875), y la Academia General Militar (1882). De nuevo otro incendio afectó al edificio en 1887. Sus consecuencias serán terribles ya que se perdieron multitud de obras de arte y riquezas artísticas, aunque el edificio fue de nuevo reconstruido. Durante la Guerra Civil, el Alcázar soportó un constante asedio durante 70 días que tuvo como resultado una nueva destrucción. En la actualidad el Alcázar de Toledo acoge el Museo del Ejército, con nuevas y modernas instalaciones museográficas.
Fuente: Museo del Ejército
En 1803, a instancias de Godoy, se crea en Madrid el Real Museo Militar, antecedente más remoto del Museo del Ejército actual. Se trata de uno de los museos españoles más antiguos y responde al interés existente en la Europa de la época por la conservación y difusión de los objetos relacionados con la historia militar. En ese momento, sus colecciones respondían a claros presupuestos didácticos, siendo uno de sus principales objetivos el apoyo para la formación de los soldados, proporcionando una enseñanza complementaria a las Academias Militares.
En 1827, se produce la división del Real Museo Militar en dos secciones: el Museo de Artillería y el Museo de Ingenieros, con organización y funcionamiento propios. En el último tercio del siglo XIX, se inicia una etapa de creación de nuevos Museos Militares. Surgen así el Museo de Intendencia (1885), el Museo de Caballería (1889) y el Museo de Infantería (1908), que junto con los ya citados de Artillería e Ingenieros mantendrán una vida independiente.
En 1929, se plantea ya la idea de organizar un nuevo Museo reuniendo todos los Museos Militares existentes, aunque nunca llegó a materializarse. Habrá que esperar a la II República, cuando se crea el Museo Histórico Militar, en 1932, incluyendo secciones para las cuatro Armas y los Cuerpos de Intendencia y Sanidad Militar. Tras la Guerra Civil, el Museo adquiere la estructura y organización que estuvo vigente en la sede del Palacio del Buen Retiro.
Actualmente el Museo del Ejército tiene su sede en el Alcázar de Toledo, lo que ha implicado no sólo un cambio geográfico, sino la reestructuración del concepto expositivo y el planteamiento museográfico, acordes con las tendencias más en boga.
Palacio de Monteleón
Este palacio se construyó en el año 1690 y durante algo más de cien años, fue residencia de los marqueses del Valle, duques de Monteleón y de Terranova, nietos de Hernán Cortés. En 1802, por orden de Godoy se convirtió en Parque de Artillería.
Cuando comienza su andadura el Real Museo Militar, se designan dos oficiales facultativos para buscar un emplazamiento adecuado y así instalar las colecciones. Se eligió el palacio de Monteleón, por lo que el Museo tuvo que compartir espacio con el ya citado Parque de Artillería. Fue sede del Museo entre los años 1803 y 1816.
El edificio resultó muy dañado durante la Guerra de la Independencia. El 2 y 3 de mayo de 1808, el Parque de Artillería de Monteleón representó un papel fundamental en la sublevación de la ciudad de Madrid contra los franceses. Todo ello provocó la destrucción y deterioro del palacio, junto al saqueo de parte de las colecciones del Real Museo Militar.
En 1816, ante la precaria situación del edificio, se autorizó el traslado del Real Museo a una nueva sede: el palacio de Buenavista, tras descartar otros posibles destinos.
En 1868, dado su estado casi ruinoso, fue derribado con motivo de la puesta en marcha de reformas urbanísticas en la zona. En su solar se abrieron diversas calles y plazas, entre ellas la actual plaza del Dos de Mayo.
Palacio de Buenavista
El actual palacio de Buenavista, situado en la actual plaza de Cibeles, fue mandado construir por el XII duque de Alba, D. Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, en terrenos en los que ya existían casas y edificios palaciegos desde el siglo XVI. Allí residieron el cardenal D. Gaspar de Quiroga, la emperatriz D. María de Austria, el duque de Francavilla y el marqués de la Ensenada. Fue también propiedad real en diversos períodos entre los siglos XVI y finales del XVIII.El Real Museo Militar fue trasladado a este edificio en el año 1816, ante el deterioro de su anterior sede, el palacio de Monteleón. Aunque el palacio de Buenavista requería importantes obras de acondicionamiento para albergar las colecciones, se lograron instalar las piezas más importantes en la planta baja del edificio principal, dejando los sótanos para los talleres. Tras la división del Real Museo Militar, los dos museos resultantes (Museo de Artillería y Museo de Ingenieros) mantuvieron su sede en el palacio de Buenavista, aunque con accesos y espacios distintos.
En 1841, el regente general Espartero elige el palacio de Buenavista como residencia oficial y, más tarde, se acondiciona como sede del Ministerio de la Guerra. En consecuencia se decide el traslado del Museo de Artillería a una nueva sede, el palacio del Buen Retiro. Por su parte, el Museo de Ingenieros se mantuvo en Buenavista, aunque poco a poco se le fue recortando el espacio disponible, hasta terminar prácticamente embalado.
Con la ampliación de las dependencias destinadas al Ministerio de la Guerra, se traslada definitivamente el Museo de Ingenieros a una nueva sede: el palacio de San Juan, situado muy cerca del palacio del Buen Retiro. En la actualidad el palacio de Buenavista alberga el Cuartel General del Ejército de Tierra.
Palacio del Buen Retiro
El Palacio del Buen Retiro tiene su origen en las habitaciones que servían de alojamiento a los Reyes Católicos durante sus visitas al Monasterio de los Jerónimos. Poco a poco, se amplió el lugar y en época de Felipe II, se levantaron unas torres que fueron utilizadas por el rey en sus retiros de Semana Santa o duelo familiar, de donde procede su nombre: “Retiro Real” o “Buen Retiro”.Pero fue sin duda el Conde Duque de Olivares, valido del rey Felipe IV quien con su empeño y tesón impulsó la construcción en pocos años de un magnífico palacio, que aunque presentaba una envoltura exterior sobria, envolvía un interior rico, barroco y fastuoso. El edificio, símbolo del poder de la monarquía española, formaba parte de un ambicioso proyecto decorativo que afectaba al conjunto de palacios y residencias reales.
El palacio del Buen Retiro fue inaugurado con una gran fiesta en 1633. En el conjunto del palacio se celebraron fiestas, representaciones teatrales o conciertos, como reflejo de la ostentación y riqueza de la monarquía. Poco queda hoy de aquel pasado esplendoroso; tan solo dos estancias de lo que fue el complejo palaciego: El Salón de Baile, conocido hoy como Casón del Buen Retiro; y el edificio que albergó el Museo del Ejército y que acoge el llamado Salón de Reinos o Salón de Cortes.
Destaca el Salón de Reinos por su decoración, en especial el conjunto de obras pictóricas que albergaba: grandes cuadros de batallas, los doce trabajos de Hércules, retratos ecuestres del rey Felipe III y Felipe IV, los de sus respectivas esposas, y el del príncipe Baltasar Carlos, todos ellos pintados por los mejores artistas de la Corte.
Todo este programa iconográfico se realizó para ensalzar la gloria de la monarquía española, presente en cada una de las obras, e incluso en la ornamentación del techo, donde aparecen representados los escudos de los 24 reinos que formaban parte del Imperio Español.
El edificio, con el paso del tiempo, ha sido objeto de diferentes obras de ampliación y mejora, respondiendo al aumento de las colecciones del Museo del Ejército y a la necesidad de mayor espacio expositivo.
Alcázar de Toledo
El Alcázar se levanta en una de las colinas de Toledo. El edificio es símbolo de la ciudad y testigo de algunos de los acontecimientos más destacados de la Historia de España. El Alcázar ha sobrevivido a distintos avatares, entre ellos tres incendios y un largo asedio, envites que lo dejarían mermado y maltrecho.Con la llegada de los visigodos, la ciudad de Toledo se convierte en la capital de la monarquía y el Alcázar en residencia regia. Tras la conquista de la ciudad por el rey Alfonso VI (1085), la fortaleza seguirá albergando tras sus muros a muchos de los personajes claves de la Edad Media española: Fernando III el Santo, Alfonso X el Sabio con su escuela de traductores, etc. Evidentemente todos ellos dejarán su impronta en el edificio, unos ampliándolo, otros adecuándolo a las nuevas necesidades.
Pero sin duda alguna el mayor esplendor del Alcázar se da en la época del emperador Carlos I. Ilustres e importantes arquitectos trabajaron en este histórico edificio: Francisco de Villalpando, Juan de Herrera, así como Alonso de Covarrubias, que construyó la fachada norte, y Herrera, que levantó la fachada sur. Es en esta época cuando se construye el equilibrado patio interior con columnas dóricas y corintias.
Aun cuando Felipe II decide trasladar la corte a Madrid, el Alcázar continuó siendo residencia regia, ya que al monarca y a su esposa Isabel de Valois les agradaba alojarse en él. De esta época es la soberbia escalera principal, que nace en el patio interior y que el rey manda construir.
Tras la muerte del último rey de la dinastía de los Austrias, Carlos II, en España se desata la guerra de Sucesión, y una de sus consecuencias será el incendio del Alcázar por parte de las tropas austriacas y portuguesas. Con la llegada de la dinastía de los Borbones al trono de España, Felipe V, intenta restaurar el Alcázar, pero la Hacienda Pública no pudo hacer frente al proyecto. En este estado de ruina permaneció el edificio hasta que en 1773 Carlos III autoriza al cardenal arzobispo de Toledo, Francisco Antonio de Lorenzana, a instalar la fábrica de sedas y telares, cuyas obras de remodelación y adaptación fueron dirigidas por Ventura Rodríguez.
En 1810, durante la Guerra de la Independencia, el Alcázar es nuevamente incendiado durante la retirada de las tropas napoleónicas. Apenas quedaron en pie las fachadas, la arquería y la escalera principal.
Años después, se establece la Academia de Infantería (1875), y la Academia General Militar (1882). De nuevo otro incendio afectó al edificio en 1887. Sus consecuencias serán terribles ya que se perdieron multitud de obras de arte y riquezas artísticas, aunque el edificio fue de nuevo reconstruido. Durante la Guerra Civil, el Alcázar soportó un constante asedio durante 70 días que tuvo como resultado una nueva destrucción. En la actualidad el Alcázar de Toledo acoge el Museo del Ejército, con nuevas y modernas instalaciones museográficas.
Fuente: Museo del Ejército